martes, 11 de enero de 2011

Fernando Aramburu - "Yo quisiera llover"

Empezó a escribir poesía a los 18 años y dejó de hacerlo ocho años más tarde. Desde entonces pocos poemas ha necesitado, los justos y necesarios. De hecho, el último poema de la antología Yo quisiera llover (Demipage) data de 2005. De aquellos años, de aquellos versos, nació el escritor que es hoy Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959). El narrador salió escaldado del "reto técnico" que le suponía la poesía, se despoetizó, para siempre lejos del oficio de agradar. Tampoco quería saber nada de aspirar a hacerlos con la facilidad de "quien rellena crucigramas", como recuerda en el prólogo Juan Manuel Díaz de Guereñu que dijo el autor por entonces.

Así que estos años entregado al verso, con escasa difusión, y resumidos en estas páginas, justifican la selección de los 74 poemas que de la obra de uno de los grandes escritores en castellano contemporáneos ha hecho Díaz de Guereñu. "He alimentado durante años la convicción de haber abandonado la poesía. Ahora me doy cuenta de que fue ella la que me abandonó a mí. Lo nuestro fue un matrimonio breve y nocturno, aunque no exento de agradables intensidades", reconoce el autor a este periódico con su habitual sentido del humor.

En justo desengaño con la sociedad de entonces, incluidos sus escritores y poetas, monta el Grupo CLOC de Arte y Desarte, una broma dadaísta, en pie para pitorrearse de las maneras de la cultura. De aquella etapa recuerda que practicó con "desenfreno el feísmo poético, la gamberrada lírica, el cachondeo rítmico". Y lo que obtuvo no fue más que una ristra de anécdotas poéticas, que "todavía hoy me hacen reír".

- Sinceridad y naturalidad.

Aún se irrita con el hábito de reducir la poesía que tienen algunos al hermoso decir y asegura que su evolución hacia la prosa tiene que ver "con la disciplina y el propósito de autenticidad (llaneza, sinceridad, naturalidad, etc)" que aplica al acto creativo. De la poesía por convención vacía pasó al texto "redactado con buen gusto y con densidad de pensamiento", buscando la belleza y la sabiduría.

"Me molestan las actitudes y los artificios que hacen de ella una actividad convencional, propia de especialistas de la métrica, de habilidosos metaforistas, de productores de tiras de versos. Lo que no me molesta es la propia poesía. Antes al contrario, la sigo buscando con sosegada y sostenida nostalgia", dice para aclarar con qué aspecto de la poesía tiene menos indulgencia.

Aramburu siempre lejos del recetario corporativo, incluso cuando se acerca a temas tan masticados como este: "Si el amor es dominio, domíname / entre tus brazos, haz que sea una hoja / en ellos, un remoto pedazo / de primavera, sombra liviana. / Si el amor es muerte, mátame. / Fuera de tu vivir no hay vida", en El tiempo en su arcángel, escrito entre 1984 y 1986. Como le dijo en su día a Díaz de Guereñu: "Sospecho que en un poema que se entiende a la primera cabe poca poesía".

Ahora que se ha visto obligado a revisarse por dentro para sangrar esta antología, entre el Aramburu de Ave sombra (1977) y el de poemas como Tío vivo (1993), observa claras diferencias. "El primer Aramburu era un chaval apasionado, ingenuo y coronado de rizos, que además gozaba de buena salud y escribía como quien revienta cohetes. El de los últimos poemas es un señor razonable, ingenuo pero sin rizos, que arrastra los achaques propios de la edad y escribe con calma y cincel", reconoce sin alejarse del humor, de nuevo.

Y zanja con una reflexión sobre sus aspiraciones literarias: "El perfeccionismo de la palabra es una falacia, aunque aspirar a él quizá sea más útil que acomodarse en la imperfección y la chapuza". Buena lectura.
Peio H. Riaño (Público)

Jorge Valdés Díaz-Vélez gana el primer Hermanos Machado con "Mapa mundo"

El diplomático y poeta mexicano Jorge Valdés Díaz-Vélez, de 56 años, ha resultado ganador del premio Hermanos Machado, en su primera edición, dotado con 12.000 euros y convocado por el Ayuntamiento de Sevilla y la Fundación Caja Rural del Sur, en colaboración con la Fundación José Manuel Lara.

Mapa mudo es el título del poemario premiado, del que el jurado ha destacado su coherencia formal y temática, la multiplicidad de temas abarcados por estos poemas, la voz personal del autor y la perfección formal de la obra, según ha explicado en conferencia de prensa el poeta y profesor de la Universidad de Sevilla Jacobo Cortines, como portavoz del jurado. Cortines también ha señalado "la capacidad de pensamiento y de descripción de un mundo, tanto mexicano como europeo" que hace del autor poseedor de una "amplia geografía, bien asimilada".

Mapa mudo, según Cortines, "mantiene un altísimo tono" con poemas muy directos y emotivos, carentes de retórica", cualidades que le han valido la unanimidad del jurado, también integrado por la poeta Julia Uceda, el poeta Uberto Stabile, el vicerrector de la Universidad de Huelva Manuel Jesús de Lara y el crítico y editor Ignacio Garmendia.

El ganador del premio ha sido director del Instituto de México en España y consejero cultural en España, Cuba, Argentina y Estados Unidos y, entre otras antologías figura en las tituladas Cien años de sonetos en español y Antología de Poesía Mexicana 1945-2003. Jorge Valdés Díaz-Vélez cuenta, entre otros premios, con el Miguel Hernández, el Nacional de Poesía de Aguascalientes y el Premio Latinoamericano Plural, y ha publicado una docena de títulos.

A esta primera edición se han presentado un total de 180 obras, si bien seis de ellas fueron rechazadas por incumplir alguna de las bases del concurso, y los convocantes esperan que este número se multiplique para la próxima edición, cuando esperan que se puedan recibir originales por correo electrónico, lo que facilitará el envío desde los países americanos.

De la obra ganadora se imprimirá una primera edición de dos mil ejemplares, dentro de la colección de poesía Vandalia de la Fundación José Manuel Lara, y el premio se entregará en un acto oficial, en febrero, en el sevillano Monasterio de Santa Clara, futura sede de la casa de los Poetas, según anunció la delegada de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, Maribel Montaño.
EFE (Diario de Sevilla)

Argentina llora la muerte de María Elena Walsh

Las letras argentinas se vistieron hoy de luto por la muerte de María Elena Walsh, creadora de entrañables personajes infantiles y autora de libros que acompañaron a varias generaciones de niños latinoamericanos.

Walsh falleció a los 80 años en un hospital de Buenos Aires tras "una prolongada internación y como epílogo de padecimientos crónicos que la aquejaban", según el informe médico emitido por el sanatorio.

La escritora, que había reducido al mínimo sus apariciones públicas en los últimos años debido a sus problemas de salud, se volcó en la lectura y en la música antes de que la enfermedad obligara a su ingreso en la clínica.

Durante su larga trayectoria, escribió más de 40 libros infantiles y compuso más de 20 temas que fueron interpretados por algunos de los más populares cantantes iberoamericanos, como Mercedes Sosa o Joan Manuel Serrat.

La escritora y compositora no sólo será recordada por sus creaciones infantiles, como "Manuelita la Tortuga", sino por su coherencia política en etapas de convulsión social para Argentina, como el estreno de "Canciones para mirar" en los '60 y "Desventuras en el País-Jardín de Infantes", en plena dictadura militar.

"Duerme tranquilamente que viene un sable a vigilar tu sueño de gobernante" reza "Canción de cuna para un gobernante", uno de sus temas más reconocidos, al igual que "La cigarra" - "tantas veces me mataron,tantas veces me morí"-, que alude a los desaparecidos de la dictadura y los pañuelos blancos de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

Precisamente durante el régimen de facto decidió no escribir más canciones y volcarse en la poesía.

"Ella decía lo que pensaba. Esa frase, sin pelos en la lengua, era para María Elena", recordó hoy la actriz Graciela Borges.

También la actriz y cantante Susana Rinaldi evocó a Walsh como una persona "valiente, apasionada y argentina", que permitió crecer a su generación "sabiendo que ser persona es la mejor meta".

"Fue una bocanada de aire fresco frente a cualquier situación social, política y, por supuesto, cultural", resumió.

Nacida en Buenos Aires en 1930, Walsh fue una creadora precoz.

Publicó su primer poema con 15 años y su primer libro, "Otoño Imperdonable", con 17.

Hija de un ferroviario descendiente de ingleses y de una argentina de padres andaluces que influyeron definitivamente en su formación, Walsh afianzó su carrera con un viaje a Estados Unidos con el poeta español Juan Ramón Jiménez que le ayudó a publicar su segundo libro, "Baladas con Angel", en 1951.

En 1952 comenzó una nueva etapa al exiliarse a París con su compatriota Leda Valladares, con quien formó el dúo "Leda y María" y grabó el disco "Le Chant du Monde" ("El canto del mundo").

De regreso en Argentina, el dúo grabó cuatro discos que lograron buena acogida entre el público infantil, igual que las dos obras que Walsh puso en escena, "Doña Disparate" y "Bambuco".

Fue durante la década del 60, con una carrera en solitario, cuando se consagró con libros como "Zoo Loco" (1964), "El reino del revés" (1965), "Dailan Kifki" (1966) y "Cuentopos de Gulubú" (1966).

En las décadas siguientes proliferaron sus publicaciones con personajes, como la famosa "Manuelita la tortuga", llevada con éxito a la gran pantalla en 1999 por el español radicado en Argentina Manuel García Ferré.

"Creo que la gente sigue haciéndoles escuchar mis canciones a los chicos porque las consideran como una suerte de tesoro familiar", señaló la artista en 1997, cuando los músicos Joan Manuel Serrat y León Gieco grabaron un disco en homenaje a sus canciones.

Sus creaciones infantiles, desde "Manuelita" hasta "El Reino al revés", pasando por sus temas comprometidos, como "Serenata para la tierra de uno", se han convertido en clásicos para varias generaciones de latinoamericanos.

Nombrada en 1985 Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y en 1990 Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires, sus obras han trascendido fronteras y ha sido traducidas al inglés, francés, italiano, sueco, hebreo, danés y guaraní.

Los reconocimientos también llegaron del exterior, como el Highly Commended del Premio Hans Christian Andersen de la IBBY (International Board on Books for Young People), o la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes que le concedió el pasado año el gobierno de España.

Sus restos serán velados en la sede de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic) e inhumados mañana, martes, en el panteón de la entidad en el cementerio porteño de Chacarita.
EFE (ABC)